Kung Fu Kids
Pequeños gigantes del arte marcial chino

 

Por Guillermo García Salmorán

Publicado en la revista “Kung Fu” num.3

La mayoría de los que practicamos Kung-Fu nos vimos influenciados desde pequeños por las películas de Bruce Lee o Jackie-Chan para inscribirnos en alguna escuela de boxeo chino y empezar a adentrarnos en el maravilloso mundo de las artes marciales chinas. Quién no soñó alguna vez con ser como estos héroes de la pantalla grande y tratar de emular sus habilidades. Tarea bastante difícil, puesto que nunca podremos pelear o hacer acrobacia como ellos. Sin embargo, lo que sí podemos conseguir con la práctica del Kung-Fu es ser mejores seres humanos, ya que el Kung-Fu no sólo es tirar patadas o hacer posiciones elegantes. ¡No! El Kung-Fu es mucho más que eso.

 

 


Cuando éramos apenas unos niños ya teníamos el desafío de aprender a caminar. Nuestros primeros pasos fueron lentos, torpes y a veces no dábamos un solo paso cuando ya nos caíamos. Entonces, para ir adquiriendo confianza, nuestros padres nos ayudaban a dar nuestros primeros pasos, agarrándonos de los brazos o incluso de la playera. De esta manera, nos sentíamos seguros y podíamos dar más pasos y sin caernos. A medida en que íbamos adquiriendo confianza, nuestros padres nos soltaban y comenzábamos a caminar nosotros solos, poco a poco, hasta que por fin lográbamos caminar y después correr. Esto fue un proceso en el cual aprendimos a caer y a caminar. Nuestras caídas nos sirvieron para ir aprendiendo a caminar cada día más y mejor. En e Kung-Fu sucede lo mismo, es un proceso donde vamos a aprender paso a paso y al principio, como todo proceso natural, nos caeremos o cometeremos errores, los cuales nos servirán para ir puliendo la técnica. Cuando alguien empieza a entrenar Kung-Fu es como un niño que no sabe nada y que necesitará la guía de un buen maestro que le trasmita la confianza necesaria para que pueda seguir adelante.

Para los que empiezan la práctica del Kung-Fu desde pequeños les puede ayudar en su crecimiento personal. El Kung-Fu no sólo enseña a los niños a defenderse, sino también les ayuda en su desarrollo y coordinación motriz. Además de que los aleja de los malos vicios. Su práctica los hace más seguros de sí mismos, más atentos y más respetuosos con los demás, ya que también adquieren hábitos como saludar antes de empezar la clase y después de terminarla, respetar tanto a su maestro (Sifu) como a sus compañeros y a las tradiciones que tiene cada escuela. Todo esto hace que el niño se vaya trasformando en un individuo útil para la sociedad, desarrollando un potencial físico y psicológico, que los hace personas más sanas y sensatas. No hay que olvidar que el Kung-Fu es un arte marcial muy completo, que involucra todo el cuerpo y que además tiene efectos salutíferos. La diferencia entre un niño que practica Kung-Fu o algún otro arte marcial y uno que no practica, es que está más preparado física y mentalmente, nada más, no hay otra cosa que lo haga superior a otro. En el Kung-Fu también se les enseña a que deben hacer siempre las cosas lo mejor posible: desde sus tareas escolares, pasando por los quehaceres domésticos y hasta con su entrenamiento marcial. Ellos van aprendiendo que Kung-Fu significa “todo lo bien hecho” y que cualquier cosa que hagan, donde quiera que estén, siempre tienen que hacer Kung-Fu. Esto forma parte de la filosofía del arte marcial chino, que bien trasmitida puede ayudar a los niños a ser mejores individuos cada día. Los niños son el futuro de un país, los posibles gobernantes de una nación y que mejor que tengan o cuenten con buenos hábitos para ello.

El peor enemigo

Aunque no lo crean, todo llevamos a ese enemigo dentro de nosotros mismos y cuando somos niños luchamos muchas veces contra él. Seguramente se preguntarán y cuál es ese enemigo, pues nuestro peor enemigo es uno mismo. ¿Cómo? ¿Por qué? Porque a veces de niños cargamos con experiencias negativas que nos hacen sentir muy inseguros y tenemos la autoestima muy baja. Esto dificultará más la práctica del Kung-Fu, porque nuestro enemigo al principio nos puede vencer fácilmente y hacer que desistamos de todo intento. Sin embargo, es aquí también donde podemos aprovechar para salir adelante, tener éxito y vencer a ese horrible enemigo. Con un buen guía en el Kung-Fu, el niño obtendrá nuevas experiencias que lo harán que se esfuerce cada vez más, haciendo que su autoestima vaya mejorando con el transcurso del entrenamiento y que tal vez el niño ni cuenta se dé.

A medida en que el entrenamiento se vuelva más fuerte, el niño irá desarrollando una mejor autoconfianza, la cual se verá reflejada en sus relaciones personales. El niño ahora se sentirá más seguro de sí mismo y su autoestima estará mucho mejor que antes. Las cosas que antes se le hacían difíciles y no las intentaba, ahora las hace y se esfuerza por lograr sus objetivos. Con la práctica continua y con la ayuda de su maestro, el niño puede vencer a su peor enemigo para siempre. Es importante que el maestro se gane la confianza del niño, así le será más fácil guiarlo y ayudarlo a salir adelante. Si se gana la confianza del niño, también es seguro que se gane la de los padres.

El buen maestro es aquel que cuida a sus niños y no solamente se preocupa porque aprendan, sino también por su bienestar personal. El maestro como recompensa obtendrá la enorme satisfacción de recibir el gran cariño que los niños son capaces de dar a cambio. El cariño de una persona no tiene precio y el de un niño es el más sincero y puro que puede haber. El maestro debe ser alguien que refleje virtudes positivas a sus estudiantes, puesto que ellos lo verán como alguien a quien imitar. Por eso, es muy importante que el maestro nunca les diga mentiras o invente cosas para impresionarlos, porque el día en que el niño se dé cuenta de eso, el ídolo de barro se desmoronará para siempre y el niño se desilusionará de su maestro y quizás hasta le pierda el respeto.

Camino hacia el crecimiento

Cuando un padre decide inscribir a su hijo en una escuela de artes marciales es por tres razones principales: defensa personal, disciplina y/o mejoramiento físico. Esta última quizá recomendada por algún médico. Muchos padres ven en las artes marciales un buen método para que sus hijos aprendan la tan necesaria disciplina para la vida. El Kung-Fu les proporciona a los niños las tres principales razones antes mencionadas. Con la práctica del Kung-Fu, los niños aprenderán a ser más tranquilos; por ejemplo, si el niño es muy agresivo, el entrenamiento lo va ayudar a canalizar mucho mejor esa energía, pero si por el contrario el niño es muy tímido, lo va ayudar a ser más extravertido. El niño irá adquiriendo más confianza en sí mismo y su habilidad se volverá más espiritual; aprenderá a relajarse y a ser más humilde. Se espera que el niño aplique estos principios a su vida diaria, eliminando los aspectos negativos y que aumente los positivos. Conforme el tiempo pase y el niño practique más y más, se verá transformado y comprenderá que la meta principal de su entrenamiento en el Kung-Fu es su desarrollo personal.

Enseñar a los niños es un reto para los maestros e instructores, ya que no se les debe enseñar igual que a los adultos. La metodología debe ser diferente, debido a que los niños son más inquietos; además de que su capacidad de concentración no es igual. Por tal motivo, es necesario que el maestro o el instructor estén capacitados para afrontar esta situación. Las clases de los niños deben ser dinámicas, variadas y hasta divertidas, así se logrará captar la atención de los niños y ellos pondrán más atención en lo que están practicando. Desde mi punto de vista personal, es muy buen método enseñar a los niños con ciertos juegos o ejercicios que les presenten nuevos retos. De esta manera, el maestro ayudará al niño a que desarrolle mejor su capacidad física, la flexibilidad, la concentración y un mejor equilibrio físico y mental. Para un niño no hay mejor manera de aprender que aprender jugando. Sólo basta que recordemos nuestros días en el jardín de niños.

No hay que olvidar que al niño se le debe enseñar bien y corregir mejor. El maestro debe estar atento a lo que hace el niño y si ve que está haciendo algo mal debe corregirlo inmediatamente, acercándose a él y corregirle la postura de manera correcta, así los niños notarán que sí le importan realmente al maestro y éste asegurará la permanencia de sus alumnos por más tiempo o hasta que el niño crezca y decida buscar nuevos horizontes, algo que es muy válido aquí y en China, porque el deseo de superación y de aprender cada día más siempre está latente y forma parte de todos los seres humanos; por tanto, el maestro no puede ni debe ser un obstáculo para eso. Claro, no hay que olvidar el ser agradecido, ya que como reza un adagio chino: “Un maestro por un día es un maestro para siempre.” Si al niño se le enseña de una manera correcta, sana, ética y deseando su bienestar, créanme que el niño sabrá recompensar con creces al maestro.

Poesía en movimiento

La poesía es el arte de expresar por medio de las palabras sentimientos, emociones e ideas. Es expresión de belleza que debe tener un ritmo y una métrica. Si hay algo por lo que se le reconoce al Kung-Fu en todo el mundo es por su enorme gama de movimientos visuales que tiene y que causan gran impacto entre sus practicantes. Por sus movimientos elegantes, fluidos y armónicos bien se le puede considerar como una poesía en movimiento. Como dato interesante, se dice que el primer nombre como se le conoció al arte marcial chino (chuen yung) se encuentra en el Libro de poesía. El Kung-Fu cuenta con muchas formas que tienen impresionantes ejecuciones como las del borracho, tumbado o la del mono, por mencionar algunas. Tradicionalmente o históricamente, las formas del Kung-Fu se desarrollaron como un método de defensa personal, pero en la actualidad se practican como forma de esparcimiento o como una manera de hacer ejercicio para mejorar la condición física.

La práctica de las formas ayuda a los niños a que desarrollen un mejor equilibrio, coordinación, fuerza, precisión, concentración y una orientación del espacio. Al momento de realizar una forma, el niño tendrá su mente, cuerpo y espíritu totalmente puestos en ella para darle vida y logre verse fluida cuando pase de un movimiento a otro. Cuando el niño mejora su coordinación a través de la forma es porque ya aprendió a que su cuerpo y mente trabajen conjuntamente, sin que se hallen en conflicto entre sí.

El entrenamiento de las formas motiva a los niños a la competición y esto les ayuda a que sean más perseverantes en lo que están haciendo. Esto, a su edad, es de suma importancia, debido a las experiencias y a las satisfacciones que pudieran ir adquiriendo. Tendrán experiencias en las que ganen, pero quizá también tengan experiencias en las que les toque perder; sin embargo, ambas les ayudarán en su crecimiento personal. Los aspectos físico, mental y espiritual son muy importantes en su aprendizaje para que logren desarrollar todo su potencial. Los padres estarán asombrados por los beneficios que sus hijos han adquirido con la práctica del Kung-Fu y los niños habrán aprendido un método de cómo entrenar su mente y a dominar su propio cuerpo y, lo más importante, que habrán hecho del Kung-Fu una forma de vida.

Cuando alguien empieza a entrenar Kung-Fu es como un niño que no sabe nada y que necesitará la guía de un buen maestro que le trasmita la confianza necesaria para que pueda seguir adelante.

El Kung-Fu no sólo enseña a los niños a defenderse, sino también les ayuda en su desarrollo y coordinación motriz. Además de que los aleja del alcohol y las drogas.

Los niños van aprendiendo que Kung-Fu significa “todo lo bien hecho” y que cualquier cosa que hagan donde quiera que estén, siempre tienen que hacer Kung-Fu.

A medida en que el entrenamiento se vuelva más fuerte, el niño irá desarrollando una mejor autoconfianza, la cual se verá reflejada en sus relaciones personales.

El niño irá adquiriendo más confianza en sí mismo y su habilidad se volverá más espiritual; aprenderá a relajarse y a ser más humilde. Se espera que el niño aplique estos principios a su vida diaria, eliminando los aspectos negativos y que aumente los positivos.